Por fįn estamos en una ciudad más de un día. Hemos pasado de paisajes donde la naturaleza es la protagonista, a paisajes urbanitas. Del calor al fresquito
Nuestro hotel está situado en una zona residencial, un poco alejado del centro pero muy tranquilo. El desayuno, en el vestíbulo del hotel hace que nos lo subamos a la habitación para disfrutar mejor de él
¿Por dónde iniciamos el descubrimiento de esta ciudad?. Marchando calle abajo. Ya se sabe San Francisco es un "sube y baja".
Decidimos ir a Alamos Square, un barrio de casas victorianas de madera. Destaca la arquitectura de sus casas, el color de las fachadas, el diseño completamente en madera, la gran cantidad de árboles, plantas y las zonas verdes.
Detalle curioso en el que Lin se fija mucho, los postes de madera para conducir la electricidad.
San Francisco es una ciudad para caminar, descubriendo sus calles y rincones. Así que nos encaminamos hacia Market St. Antes de llegar aparece el ayuntamiento. Hay una explanada con una gran pantalla montada para ver la semifinal del mundial de futbol Argentina-Holanda. Muchos seguidores enarbolan las banderas de ambos equipos. Lin y Manolo socializan con los argentinos. A Lin le pintan la bandera argentina en la cara, una de las chicas. Los argentinos como siempre aparecen por cualquier parte del mundo. Ellos ven parte del partido allí y mientras nosotras decidimos ir en busca del San Francisco City Pass.
En el camino hacia Central Station, atravesamos un mercado de fruta y verdura .
Comenzamos a sentirnos alarmadas, y algo inseguras, por la cantidad de personas vagabundas que viven en las calles, unas alcohólicas, otras enfermas, todas de avanzada edad y jóvenes. en una zona tan céntrica. Es muy llamativo para nosotras.
Mucha gente, demasiada gente así...
Mucha gente, demasiada gente así...
Finalmente no compramos el City Pass volviendo al encuentro de los chicos pasando por el Market. Esta vez sí compramos fresas, albaricoques y moras buenísimas.
Otro lugar de nuestro itinerario es Fisherman's Wharf. Para ir allí lo hacemos con el tranvía amarillo. Es un lugar eminentemente turístico situado en la zona del embarcadero de San Francisco. En concreto Pier 39. Abundan los restaurantes, tiendas de souvenir y todo lo que un turista le gusta. Ideal para gastarse el dinero.
Justo debajo del símbolo de Fishermans, un músico de color nos ameniza el momento a ritmo de balchata.
Comemos en un "fish and chips", nada especial, pescado rebozado y poco más. A nuestro lado unos españoles, por la pinta.
Lín y Manolo no desaprovechan la oportunidad de comprarse unos pantalones Levis, de los buenos, con la excusa del buen precio. Y nosotras unas sudaderas, de casualidad, porque el frío es anormal para estas fechas del año.
Caminamos por las calles inclinadas, y buscamos Lombard Sreet, una de las calles más especiales de SF y famosa por haber salido en muchas peliculas .
Ante nosotros una vasta estructura roja metálica imponente. Manolo es el que mas lejos llega desafiando el fuerte vendaval.
Cruzamos con el coche, al otro lado de la autopista, y ascendemos a unos miradores en la parte alta para recrearnos del enclave natural de la bahía de San Francisco. Son los puntos 2 y 3. El viento sigue azotando y las vistas ¡ espectaculares!.
Cruzamos con el coche, al otro lado de la autopista, y ascendemos a unos miradores en la parte alta para recrearnos del enclave natural de la bahía de San Francisco. Son los puntos 2 y 3. El viento sigue azotando y las vistas ¡ espectaculares!.
De vuelta a la ciudad decidimos visitar China Town y Little Italy. Ya habíamos leído de la dificultad para el aparcamiento en San Francisco, pero pensamos que no sería para tanto. Lo cierto fue que al cabo de unas cuentas vueltas encontramos un aparcamiento.¡Qué bien!. Pero sólo se puede aparcar de 14:00 a 16:00. Tenemos tiempo ya que son las 14:00. Leímos con mucha, muchísima atención las señales de tráfico de la calle: parking gratuito durante dos horas. Allí dejamos nuestro coche.
Fuimos a China Town absolutamente despreocupados.
Almorzamos en un restaurante en little Italy (horroroso la bebida que pedimos confundiéndola con cerveza, que mas tarde asociamos su sabor parecido al "listerine" ). Lin se tomo la suya y la de Manolo y no parábamos de reir más tarde.
Volvemos a recoger el coche para ir al barrio hippiee. Pero...¡El coche no estaba!.
Manolo y Lin piensan que nos hemos equivocado de calle, pero nosotras, no. Se lo han llevado. Son las 16,20 horas, los 20 minutos del despiste. Rápidamente paramos a un taxista, que después de contarle lo que había pasado, nos indica que se lo habría llevado la grua y había que pagar una multa de 500 dólares.
Almorzamos en un restaurante en little Italy (horroroso la bebida que pedimos confundiéndola con cerveza, que mas tarde asociamos su sabor parecido al "listerine" ). Lin se tomo la suya y la de Manolo y no parábamos de reir más tarde.
Volvemos a recoger el coche para ir al barrio hippiee. Pero...¡El coche no estaba!.
Manolo y Lin piensan que nos hemos equivocado de calle, pero nosotras, no. Se lo han llevado. Son las 16,20 horas, los 20 minutos del despiste. Rápidamente paramos a un taxista, que después de contarle lo que había pasado, nos indica que se lo habría llevado la grua y había que pagar una multa de 500 dólares.
- ¡Quééé! -
- Aquí las infracciones de tráfico son mortales-, nos dice.
Con las caras descompuestas nos vamos a "Car Return", según el taxista los piratas de la ciudad. Pagamos religiosamente 535 dólares, recogemos el coche y al hotel a reponernos del malrato, al menos tenemos el coche.
Decidimos no volver a sacar el coche por la ciudad y utilizar los taxis. Para quitarnos las penas nos vamos al barrio hipiee caminando. Un barrio curioso repleto de tiendas alternativas, músicos callejeros ( Lín le compra un disco a uno de ellos ) y seguimos viendo gente vagabundeando por las esquinas.
Lo de las escaleras de incendios en esta ciudad tiene su cosa, algunas veces llega al esperpento. Los de los incendios es otra de las obsesiones de la sociedad americana.
Más tarde nos vamos a cenar a Castro, barrio gay pero nada especial. Volvemos al hotel para preparar las maletas. Mañana volamos a Chicago.
Decir de San Francisco, que esta ciudad tiene una identidad muy particular, el enclave natural, sus calles inclinadas, la bahía, sus casas de madera, el puente, pero si algo ha hecho enmascarar negativamente la imagen de este mítico lugar es la presencia de tantas personas viviendo en las calles.
El día 11 de Julio es un día de tránsito. Dejamos el coche alquilado sin problemas, muy cerca del aeropuerto de San Francisco y después de regatear el llenado del depósito. Utilizamos el tren circular para llegar hasta la Terminal 2.
Tras cuatro horas de vuelo llegamos a Chicago a las diez de la noche, hora de Chicago. Hemos ganado dos horas con respecto a San Francisco. Ya con experiencia de viajeros, tomamos el metro hasta Chicago centre y de allí en otra línea, al principio va sobre las calles , sin problemas a nuestro hotelito, bueno mas bien albergue.
Tras cuatro horas de vuelo llegamos a Chicago a las diez de la noche, hora de Chicago. Hemos ganado dos horas con respecto a San Francisco. Ya con experiencia de viajeros, tomamos el metro hasta Chicago centre y de allí en otra línea, al principio va sobre las calles , sin problemas a nuestro hotelito, bueno mas bien albergue.
Cenamos tristemente un sándwich en la calle porque todo estaba cerrado, además de una cervecita en un pub irlandés con muy buen ambiente.
Nos gusta la zona del hotel.